Primero claro en el sexenio
Cardenista se crearon la Central de Trabajadores de México y la Confederación
Nacional Campesina, con lo que el gobierno a través de su partido se aseguraba
el control de los obreros y de los campesinos, lo que deriva en lo que hoy en
día se conoce como el acarreo de ciudadanos para apoyar al candidato
presidencial en turno, mas adelante el sexenio de Manuel Ávila Camacho se
crearía la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, donde el
gobierno se aseguraba el control político del resto de la sociedad.
La terminología política
acuño nuevas frases, como parte de la cultura de una política de trampas
electorales, ahí tenemos entonces la figura del tapado, es decir, el presidente
designaba a su sucesor. También conforme avanzan los tiempos y la oposición,
crecieron los vicios electorales como el operativo la cual consiste en
meter un paquete grueso y abundante de papeletas tachadas a favor del candidato
del partido tricolor, o también el operativo carrusel esto consistía en llevar
a un grupo de personas de casillas en casillas para votar doble o triple, recordemos
que en ese tiempo no existía la tinta indeleble, ni la credencial para votar,
con fotografía y finalmente estaba el ratón loco que consistía en robarse la
urna.
Como podemos observar desde
tiempos históricos y el tiempo actual no dista mucho, es decir, los vicios y
las trampas electorales son los mismos que se utilizan hoy en día, en este
sentido retomamos el art 39 para reevaluar el sentir de la democracia en México
y es que el texto dice “La soberanía nacional reside esencial y originalmente
en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para
beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de
alterar o modificar la forma de su gobierno” es algo contradictorio con la
realidad de la democracia en México y es que lo único que buscan los políticos
es formular estrategia con el fin de no perder el poder partidista, es decir,
la democracia en México simplemente es una utopía, es una ficción que el
Instituto Federal Electoral (IFE) hoy llamada Instituto Nacional Electoral
(INE) buscan enmascarar el cinismo, los fraudes electorales en aras de
consolidar las riquezas y el autoritarismo de un partido político (PRI).
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